viernes, 10 de septiembre de 2010

BOLONIA ¿positivo o negativo?

Ayer estuve en la facultad después de varios años sin pisar por ella. Vacía con motivo de las fiestas. Algún recuerdo apareció, especialmente cuando el último examen de la carrera me lo cambiaron justo al día siguiente de acabar las fiestas. Eso sí, lo aprobé, ajustado pero aquí estoy, con el título debajo del brazo y bien orgulloso de ello.

Como hago, cada vez que voy, aparezco por el tablón de los horarios para ver si conozco a los profesores, si cambia la situación, las nuevas hornadas, etc. Ayer me fijé en el primer curso del Grado en Historia. El Plan Bolonia, tan famoso como desconocido, ya ha entrado en las titulaciones universitarias. Me quedé contemplando las asignaturas y vi con agrado que muchas de ellas habían cambiado y habían entrado otras, totalmente diferentes a cuando las estudié yo. ¿Cuáles eran? Arte, Geografía, Patrimonio Histórico... mmm, con el tiempo y la experiencia, echo de menos haber estudiado esas asignaturas en la carrera.

Nos preparaban para ser investigadores y nos han metido millones de datos en la cabeza de forma teórico pero muy poco práctico a la hora de la vida real. ¿Para qué me sirve conocer ahora las toneladas de mineral que sacaban de Potosí si no soy experto en la materia? Esto me ha hecho pensar en la utilidad de Bolonia y desde luego lo he visto positivo. Al finalizar los estudios, me ha tocado estudiar, revisar o investigar otras parcelas para sentirme un poco menos ignorante porque en el anterior plan de estudios, era un perfecto investigador de historia, pero ignorante en las otras parcelas. No todos los historiadores valemos para todo y hay que especializarse: en patrimonio, en investigación, en paleografía, en enseñanza, en arte....

¿Dónde está lo malo? Ahora hasta te enseñan lo que hay después de aprobar la última asignatura. Aquellos horrorosos años....

EL HECHIZO DE SIMANCAS


Todavía recuerdo las cuestas simanquinas, las peonillas, el Archivo, los compañeros, el largo caminar del puente románico entre nieblas, el adoquinado y la experiencia de pipiolo. Parece que fue ayer pero ya han pasado cinco años desde aquella experiencia "religioso" que sirvió como base para lo que soy ahora.
Simancas es una villa que la tengo aprecio, no tanto por su gestión política sino por su belleza, su potencialidad y todo lo que ha dado.

El sábado pasado celebramos la boda del primero de la quinta y lo hicimos en un lugar paradisíaco incrustado en los pinares castellanos y en término simanquino. El Bohío fue testigo y escenario de la unión entre dos amigos de toda la vida que me hicieron emocionar recordando sus comienzos y agradeciendo tanto sus palabras como gestos.

Entre amigos, pedrajeros y tordesillanos, plagamos la ceremonia. El calor fue el protagonista no invitado a la ceremonia que nos inundó de sus rayos. La boda fue civil, original y distinta a lo que estamos acostumbrados. Lástima que el protocolo fallara y hubiera errores que se podía haber subsanado con tiempo: la inundación del césped, un atril para los lectores, unas sombrillas para paliar el calor.... se casaron que era lo que contaba y estuvimos allí.
Posteriormente había que preparar las sorpresas y el refrigerio, que con "Manolo" atizando arriba, bien que se agradecía: Jamón, Verdejo, bebidas refrescantes.... todo entraba con buen gusto en los estómagos placenteros.
Era momento de las primeras relaciones, de comentar la boda, lo que se pensaba hacer después y actualizarse las vidas entre todos.

La comida en el interior, una suculenta y rica comida a base de Langosta, Merluza rellena de marisco, Lechazo y por supuesto, tarta. Después vinieron las sorpresas recogidas de las bodas estilo catalanas. Me tocó medio premio, muy mono y muy agradecido por el detalle. Demasiado poco para lo que esperaba. Tenía todas las papeletas de que me tocara el premio y así fue.

Los jóvenes animamos el cotarro, para variar, el oe-oe-oe que sustituyó a la conga, los regalitos, los recuerdos de las amistades, vuelta a la jarana, fumar en puro, encargo de fotografías y bajar al bailoteo. La barra libre se dejó notar, a medida que avanzaba la tarde y la música iba cambiando, la alegría desbordante en la juventud iba reinando el escenario. El pincha muy majo e implicado en la penúltima sorpresa de la tarde, cuando (mediante regalo), los novios nos desplegaron sus mejores galas bailando el "Sobreviviré" de Mónica Naranjo. Un recuerdo imborrable en la memoria de un servidor que formó parte, con orgullo, del Comité organizador del evento.

Después nos fuimos los marchosos a La Vega para seguir la juerga (Odio eterno al Panamericano) y poco a poco fueron cayendo como fichas del parchís. Los pocos que duramos, nos fuimos a otro bar y ahí, los sofás fueron protagonistas del cansancio. Quedamos los protagonistas: Los hermanos, cupidos, organizadores y novios, pero el cansancio iba haciendo demasiada mella para un día tan largo. Recogida a casa con los coches (abstenerse de coger taxis en fiesta que alguno se estrelló) y ahora estamos en la ardua tarea de recogida de fotos y videos para tener el mejor de los recuerdos.

Un día bonito, que acompañó tanto el tiempo como la disponibilidad del personal en que se recuerde con nostalgia y sea un punto y seguido en el discurrir normal y lógico de la vida humana.