miércoles, 24 de febrero de 2010

Recordando el 11-M

Recuerdo perfectamente aquél día, como a millones de españoles. Estaba trabajando en el Archivo Municipal, cuando la noticia nos impactó. Antes de llegar, mientras desayunaba me enteré. En el Archivo todo era silencio, tristeza. Mis compañeros con los auriculares puestos y los pocos investigadores que había preguntando cada poco tiempo cómo estaba el tema. Nunca jamás había sentido algo como aquél día ni vi a la sociedad española tan afectada. El hijo de la jefa utilizaba ese trayecto, pero afortunadamente no estaba en el tren. La vuelta a casa fue aún más trágica. Todo estaba en silencio, raro en los españoles. Banderas españolas en la ventana. La gente quería información, lloraba y entristecía por lo que había sucedido. Toda España era Madrid, cada aliento, cada bocanada de aire recordaba a los voluntarios y trabajadores que luchaban por resucitar a algún moribundo.
Al final no llegaron a 200 personas pero fue el atentado más trágico en la historia occidental.

La canción recuerda el momento, las velas en Atocha, los recuerdos en las estaciones, el tren, símbolo del medio de locomoción de "los pobres".

Lo que sucedió al día siguiente fue bochornoso. Acebes escondiendo la verdad, la oposición sacando tajada. El gobierno haciéndonos creer que había sido ETA, incluso se organizaron multitudinarias manifestaciones en cuyo slogan aparecía mención a la constitución. ¿Qué pintaba eso con los atentados? Cedimos, porque no teníamos ni fuerza para protestar. Otegui confirmando una vez tras otra que no había sido la izquierda abertzale, mientras que gente interesada quería hacer ver que fueron los etarras. En las manifestaciones, gritos contra ETA que rompia el silencio que necesitábamos los millones de personas. Gente que había ido a su primera manifestación en su vida, con la bandera de España en sus manos. ¿Qué pintaba eso?

Habían muerto casi 200 personas y la sociedad estaba tocada y apagada. Era lo que importaba. El resto fue vomitivo. Lo que queda es el recuerdo interno y el sentimiento de los fallecidos y miles de heridos. Una herida que todavía no se ha cerrado.

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