martes, 16 de junio de 2009

LA LÁGRIMA DE CANDÁS


Hacía mucho tiempo que no escribía en el blog y no porque no tenga temas de conversación o sentimientos que plasmar, sino que mi quehacer diario ha sido tan intenso que no he tenido tiempo siquiera para relajarme y pensar en lo que poder escribir.
Estuve de vacaciones, en la tierra afortunada. Esta vez me llevé a mis dos chicas, la que da abrazos y la que me lleva a los sitios. Fueron unos días muy intensos, pero a la vez divertidos e inolvidables. Visitamos Cares, Ruta del Alba, Oviedo, Avilés, Salinas, Piedrajas Blancas, Gijón, Luanco... y sobre todo Candás. Muchos lugares pero en ningún momento he notado pesadez sino al contrario.

Volví a Candás y volví a tener las sensaciones del año pasado. Es un sitio cuya gente me acoge con mucha familiaridad, un sitio peculiar, mi hogar asturiano. Antes estaba deseando ir a Asturias, ahora el pensar en Asturias, es tener ganas de pasear por Candás. Sobre todo con la buena gente que hay y que vez tras ver me transmiten una amistad y una confianza, fuera de lo común. Lo peor era la vuelta, el salir de Candás, y empezar con las curvas del Huerna. Inevitablemente apareció la lágrima de Candás, como ya hizo acto de presencia en la Estación de Gijón de vuelta de la impresionante boda.

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