Es espeluznante imaginar lo que pudieron acoger los muros y los edificios que existen. Las iglesias, arcos y monasterios que todavía quedan como testigos fieles de lo que sucedió dando muestras de lo que allí ocurrió.
He sido testigo del recuerdo, he paseado por sus calles, en silencio, llorando sin entender lo que allí ha sucedido. El silencio ha podido conmigo y he sentido lo mismo que cuando estuve en el Valle de los Caídos: algo en mi interior no puede comprender este episodio de terror y de odio, manifestando su intranquilidad.
Esperemos que algún día se saque a la luz todas las atrocidades que ocurrieron, para que no vuelva a suceder, en una sociedad que pretende ser demócrata como la nuestra.
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