
Desde hace meses sabía que tenía fecha de caducidad, salvo milagro. Un milagro que finalmente no pudo llegar y los problemas económicos me han arrastrado. No tengo más que agradecer a todas las personas que han confiado en mí durante estos años por su paciencia, interés y presencia. He retrasado lo más que he podido la despedida. Me estaba preparando para llevarlo lo mejor posible, pero el viernes sucedió algo que no lo esperaba. Nunca pensé que me iba a ir de un lugar con una despedida oficial, con el Alcalde, miembros de la corporación y resto de compañeros, quienes en el Salón de Plenos me dieron el "Adios" de forma oficial. La emoción, la intensidad, los recuerdos, los nervios y las lágrimas aparecieron de forma que no podía evitarlo. Me sentí protagonista de algo que no merecía y de un pueblo que siempre me ha recibido con los brazos abiertos.
Dejo muchas amistades, seguramente gracias a mi forma de trabajar, pero separar lo personal de lo profesional en muchos casos, ha sido imposible. Siempre que pueda, volveré a Pedrajas. Han sido cuatro años de los que he estado mucho más tiempo allí que en mi casa, aportando, luchando por mejorar la calidad de vida de los pedrajeros/as, con aciertos y errores pero con la conciencia muy tranquila y la sensación del deber cumplido.
Tan sólo me voy con un pequeño lunar: el de los que juzgaron sin conocer, los dueños de la ignorancia que se atrevieron a escupir sandeces y de quienes demostraron falsedad incluso en los últimos momentos. Afortunadamente me sobran dedos de una mano y no van a borrar el estupendo recuerdo que me llevo de una gente, de una villa y de la dedicación de unas personas que me han hecho ver las cosas desde un prisma diferente al de hace cuatro años.
Pedrajas seguirá estando en mi corazón y mi persona, a disposición de las buenas amistades creadas durante este tiempo.