
Ayer estuve de paseo por los cementerios de Valladolid. Sí, ayer en nochebuena. Prefiero ir en esta fecha tan señalada que en la tumultuosa de noviembre, que es una "obligación". Los que vamos en nochebuena lo hacemos porque lo necesitamos. Y no sólo soy yo la "rara avis". Son fechas señaladas en la que te acuerdas de los seres que no están, sobre todo lo más cercanos y necesitas unos momentos de descanso y reflexión. !qué mejor lugar que allí¡.
Y ya de paso, en la medida que podía, di un paseo en silencio y con el revolotear de los pájaros, viendo panteones, cipreses, en la sola compañía de mi interior.
En las Contiendas no hay mayor misterio que rezar y visitar a los seres queridos que les tengo marcados en mi corazón. Otra cosa distinta es en el histórico del Carmen. Un cementerio nuevo, estilo importado de Norteamérica y sin mayor relevancia que el sentimental.
Además de visitar el que me correspondía, y tras unos años sin aparecer por gentileza y negligencia de Nevasa (nunca lo olvidaré, y espero que algún día, el responsable pague por inútil y en el libre mercado, su monopolio vaya al garete), me dispuse a dar una vuelta entre panteones y tumbas históricas.
El mundo de los cementerios históricos, es muy interesante y todavía no está muy explotado. La sociedad tiene cierto temor hacia ello, pero es curioso cómo hay rutas turísticas en otras ciudades sobre ello. Es cierto, que en un cementerio se plasma la arquitectura, arte y sociedad de una localidad. En Valladolid no lo tenemos explotado, pero tenemos ciertas cosas.
Hay un pasillo central en el que está el Mausoleo del General Martínez Anido (perteneciente a la dictadura y franquismo), junto al Panteón de los hombres ilustres, entre los que se encuentran personajes de la cultura,literatura y otros, de esta ciudad, tales como Rosa Chacel, Miguel Delibes, Emilio Ferrari, José Zorrilla, Pío del Río Ortega, José Muro López, Narciso Alonso Cortés, Ricardo Macías Picavea, Vicente Escudero y el General José Almirante Torroella. Al finalizar el paseo, la omnipresente presencia de los restos de Onésimo Redondo.
Paseando brevemente por las calles pude contemplar las tumbas de la familia de Eloy Silió (industrial del siglo XIX), José Antonio Girón de Velasco (antiguo Ministro de Trabajo en la época de Franco y que dio nombre al barrio), la Familia Semprún, Miguel Íscar (antiguo alcalde de Valladolid), diversas congregaciones religiosas, Manuel de la Cuesta (antiguo rector de la universidad) y la familia de Altés Bustelo (que fue director de El Norte de Castilla). A buen seguro que existen más personajes como Antonio García Quintana (alcalde republicano que fue asesinado en la Guerra Civil) pero el tiempo apremiaba.
Existen panteones preciosos, con escudos heráldicos, obeliscos, personajes... muchos de ellos del siglo XIX y principios del XX. Todo esto me lleva a la reflexión: Si las herencias de los que fallecen, se dedicaran a realizar sus mausoleos o panteones, cuánto se hubiera enriquecido el arte y cuántas broncas y rupturas familiares nos hubiéramos ahorrado